sábado, 1 de septiembre de 2007

Media Maratón de Jarandilla de la Vera 2006

26 de noviembre de 2006. Jarandilla de la Vera (Cáceres)

21 km / 1h48' / Media 5'9"

Una media maratón a pocos kilómetros de nuestro pueblo: Villanueva de la Vera. Recorrido por los caminos de la zona. Fecha super propicia para entrenar el maratón... Abel y yo no podíamos fallar y allí fuimos, acompañados de Jose, de nuestro club Maratonianos de Leganés. También vino Moi, que apoyó con la logística y las fotos.

Noviembre en la Vera. El día anterior diluviando. Aquello nos olía a cuerno quemao cuando estábamos en un bareto de Villanueva comentando la jugada del dia siguiente, que prometía ser de las duras. Sin embargo, amaneció un buen dia de otoño, sin calor y sin excesivo sol.

Nos encontramos en Jarandilla con buena parte de la gente del club, medio estiramos, medio ná. Como siempre. Tras las chanzas y coñas de rigor PUM a correr.

Como habíamos no-vaticinado, un dia cojonudo para correr. Sol de invierno, como la canción de Extremoduro. Tras un breve recorrido por el pueblo, nos llevó la carrera hacia el puente sobre la garganta Jaranda, lo que nos hacía temer lo que efectívamente ocurrió, que luego vinieron unas cuestas de aúpa.

Yo me encontraba muy bien, aunque perdí a Abel en las primeras rampas después del puente. Un amable paisano me dio un traguito de pino de pitarra en una bota, lo que me impulsó más que tres kilos de gel y otros tres de isostar que me hubieran dado. Las rampas eran duras y el terreno pedregueso, en una piedra me torcí el tobillo HORROR pensé que no iba a poder continuar, porque me dolió bastante. Tengo un esguince que creo que no me curé bien. Seguía doliendo y al cruzar la carretera M-501 pensé en retirarme pero pensé "unos kilómetros más".

En qué hora, porque ahí llegaba lo más duro, una rampa por un camino. Una rampa en la que a lo lejos se veía a la gente subir andando sujetándose los riñones, mirando al hormigón que han extendido para que los coches y luego la lluvia no destrocen el camino. Yo sabía por experiencia en los caminos veratos que cuando te encuentras un tramo con hormigón en el suelo es que viene una pendiente horrible, efectívamente. Lo bueno es que como solo iba pensando en el tobillo cuando me quise dar cuenta ya la había superado y mi amigo de ahí abajo solo me daba unos leves pinchazos.

Tras un recorrido por senda, enganchamos la subida al Guijo de Santa Bárbara, donde me animó bastante ver a Abel a lo lejos, pero a una distancia controlada. Hasta ese momento hizo un dia genial, pero arriba había peor tiempo, con nubes de niebla enganchadas en la vegetación. Cuando llegamos al pueblo, tenía a Abel a dos curvas de distancia. Suerte de conocer el terreno, porque sabía que una vez arriba, solo quedaba bajar. Además, las animadoras del club estaban montando el jaleo habitual que siempre llena a uno de moral, al escuchar ¡LEGANÉS LEGANÉS!

Bajar y bajar... como auténticos venaos. Al principio uno tira de las piernas paa alargar la zancada y aprovechar la inercia, al poco rato son las piernas las que tiran de uno de tal forma que te tienes que ocupar más de frenar que de acelerar o mantener el ritmo. A menos de 4 minutos el kilómetro nos presentamos en el pueblo en menos tiempo que la siesta de un loco, me dio muchísima moral alcanzar a Abel en los últimos metros y entrar como campeones en la meta.

Una bolsa del corredor con una bonita camiseta. Nos quedamos a casi toda la ceremonia de entrega de premios y sorteo, el coñazo habitual para alguien a quien nunca le toca nada. Comida de la pasta posterior más que abundante y ¡a Madrid! Preciosa carrera.

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