sábado, 17 de noviembre de 2012

Bautizo en cala Morell

Todo un pepino de mar
Todo empezó cuando mi chica me regaló un viaje a Menorca, un fin de semana, para relajarnos y ver a unos colegas afincados allí hace ya bastantes años. A pesar del poco tiempo del que disponíamos, la mañana del sábado la tenía despejada, así que me decidí por fin a probar eso del buceo. Múltiples amiguetes y familiares ya lo han probado y se ponen tan pesaditos contándolo que yo quería, por lo menos, probarlo también.

¿Convertirme en buzo? ¿Dedicarme a este deporte? Difícil, soy más de secano que los alcornoques y para mí el mar es algo muy exótico, que mola, que mola mucho, pero cualquier actividad en él es tan rara casi como ir a la luna.

Aún así, claro, tengo mucha curiosidad. Y ahora que lo he probado, más todavía.

Por internete me hice una lista de las escuelas de buceo de la isla. La que me pillaba más cerca de donde íbamos a dormir no operaba en temporada baja, probé la siguiente y el simpático gerente de SCUBA PLUS me dijo que sí que trabajaban y que podía bautizarme ese sábado in the morning. Al final, dormimos en casa de Ramiro merced a su hospitalidad, en la otra punta de la isla. Lo único malo es que al día siguiente, tocaba madrugar.





Pues nada, ya estaba todo hecho. Después de un viaje en el sitio VIP de la RYANAIR, cuyo privilegio consiste en tener número de asiento, y que éste coincide con la salida de emergencia (con lo que puedes estirar las piernas y alomejor no morir de trombosis) y además, ser el responsable de abrir dicha puerta en caso de accidente; lo más alucinante fue que se me acerca un azafato y me dice "Oye, tú eres el responsable de abrirnos esta puerta de emergencia si hacemos un aterrizaje forzoso, leete las instrucciones y si tienes alguna duda me preguntas". Nada menos, bueno, por lo menos era sencillo, prácticamente como un mueble de IKEA sección torpes, eso sí, como toda la multitud que cabe en un avión dependan de mi destreza y sangre fría lo llevan clarinete.

Cartelito para abrir la puerta de emergencia y ser un héroe ¿dónde tengo las gafas?

El caso es que llegamos sin ninguna novedad, ocupamos la casa de Ramiro, cenamos en el bareto de al lado y a la piltra, bien cargaditos de cerveza. Al día siguiente, nos levantamos y marchando a la escuela de buceo. Qué nerviosssssss.

La experiencia

Llegamos en hora (pero no nos dio tiempo a desayunar, menos mal que mi chica me llevó un bocata que me zampé mientras rellenaba un formulario en el que juraba y perjuraba que estaba sano y que la culpa de morir iba a ser mia por no hacer caso de mi profe). Mientras tachábamos casillas sin leerlas más que lo suficiente como para no poner que nos gusta tragar agua de mar o que vamos a perder las gafas, vimos un vídeo que era un auténtico rollo en el que los personajes tenían una estética a medio camino entre Dallas y El coche fantástico, con pantalón pitillo, sonrisas californianas con cientos de dientes blancos refulgentes y laca a tope, disfrutaban de su experiencia diving.

Los dos nuevos sirenos

Hay que ver lo que pesa esto!!

Mi sensei iba a ser Marcos, apoyado por Loren. Mi compi de clase fue Xabi. Total, que éramos tres y el de la guitarra, tuve un privilegiado curso casi particular.


Nos pusimos a la faena, nos probamos el traje, y nos dieron las primeras indicaciones sobre el equipo: regulador, botella, chaleco, tráquea (¿ha dicho tráquea? Sí, se llama así), relojito para la profundidad y aire restante...madre mía, que esto va en serio.

El lugar del bautizo fue en Cala Morell. Un sitio de los que abundan en Menorca pero que para los castellanos nos parece sencíllamente alucinante.

Cala Morell

Foto fusilada desde http://www.shimetzu.com algún día se lo diré ;-)


Fuimos hasta allí charlando y cogiendo un poco de confianza con los dos desconocidos -para mí, que no para Xabi- de los que iba a depender mi vida en las siguientes horas. Una vez en el aparcamiento, curso detallado de todos los chismes y cacharros. Al final, todo el equipo está super bien inventado y todos esos tubos, relojitos y cosas llenas de aire que se hinchan y deshinchan son bastante sencillas de manejar, intuitivas y prácticas.


Por suerte, los pardillos sólo tenemos que llevar la mitad de todo esto

Ala, al agua. Lo primero, a darse un chapuzón con el neopreno puesto para que sea más fácil abrochárselo. Importante no tirarse con los plomos -como hice yo- no porque te vayas a hundir que con lo que flota el traje no era el caso, sino que luego salir del agua es bastante más complicado por la escalerita del muelle. Ahí ví lo que era la transición entre el agua y la realidad de la superficie. Lo que vale para un sitio no vale para el otro, claramente.

Por no hablar de las jodías aletas, si nadar con ellas para mí era un misterio, andar con ellas símplemente es casi imposible.

GRRRROJJJJ ¡¡CHUP!! El truco de echar un gapo a las gafas ya me lo sabía.


Una vez abrochados y revisados varias veces por nuestros profes, sí que nos tiramos en serio al agua con toda la equipación. La primera sensación después de tirarte haciendo el salto ese tipo suicida y sumergirte para enseguida flotar como si rebotaras hacia la superficie, es ser una boya humana. Con todos los achiperres, no podía desplazarme con la falta de elegancia y torpeza habitual de cuando me baño en las pozas -charcos decimos nosotros- de mi pueblo. El no poder moverme hacia donde yo quiero me agobia un poco. Con las gafas se ve guay. Me veo mis piececitos transformados en aletas y debajo el fondo marino que espera explorar en breve. Me va gustando. De temperatura genial, el neopreno cumple a la perfección su papel.


Fake 1 -obviamente no hice fotos del evento, así que he buscado unas cuantas con humor.

Ahora toca respirar por el regulador.GROSSSSSSSS JUSSSSSSSS GROSSSSSS JUSSSSSSSSSSS (no se me ocurre escribir otra onomatopeya que describa lo que se oye, lo que siempre he oido en los documentales y pelis de buceo, que se parece bastante a como respira Darth Vader por cierto). Joer, pues funciona. Es respirar por la boca y ya está. Se hace raro que el tubo ese flote, como que tira hacia arriba, obviamente flota por estar lleno de aire; a cierta presión además aunque ahora no sé si el aire que te entra está a una atmósfera o un poco más, los aspectos de física del buceo son apasionantes pero no entraban en el programa del microcurso.

Fake 2 - ¿todo bien? sonríe sonríe JUAS JUAS JUAS

Pues nada, al tajo. ¿Ya respiramos? Pues a hundirse como submarinos, bajando en vertical un par de metros. Loren me empezó a lastrar con piedras porque mi flotabilidad más que positiva era patética. Vaya lío manejarse con aletas. Mientras me colocaban de rodillas en el fondo, Marcos nos indicaba sin palabras lo que nos había explicado de como soltarse el regulador y volver a ponérselo. Me salió bastante bien, merced a sus sabias indicaciones. Eso me dió plena confianza, porque me ví respirando con la superficie allí arriba, con buena temperatura y con visión perfecta.

Lo siguiente, lo de las gafas. En la explicación no les había entendido muy bien y la primera vez que lo hice fue un fracaso. Me quito las gafas, obviamente no veo. Intentando tranquilizarme, respiro un poco por la nariz. Cojonudo. El agua salada me inunda las vías respiratorias, ha sido poco, pero toso y me pongo las gafas llenas de agua. Respiro por la boca, vale, creo que esto sigue funcionando y no voy a morir asfixiado. Hago entonces como me han dicho: suelto aire por la nariz llenando las gafas. ¡funciona! Vaya, qué bien veo, si se han quedado más limpias que antes. Perfecto. Le doy un "Me gusta" de Facebook a Marcos para indicarle que todo va bien. Me felicita. Sonrío a través de la máscara y del regulador.


Fake 3 - Molaría, a que sí?

Pues hala, a bucear. Coge y nos invita a seguirle. Va segundo Xabi que se maneja mejor y después yo. Cierra Loren que me va colocando para que pueda moverme, guiándome agarrándome de la botella y corrigiendo la inclinación y la flotabilidad. Al cierto tiempo, ya tengo cierta autonomía. Se aprende instintivamente a aprovechar la gran ventaja que son las aletas y a olvidarte de los brazos para avanzar.

Estoy buceando, me muevo como un pez. Bueno, los peces que tengo alrededor lo hacen con bastante más elegancia, pero me muevo más o menos hacia donde yo quiero, en las tres direcciones del espacio. Nuestros dos senseis nos enseñan fauna y flora marina: un pepino de mar -puaj- una estrellita de mar preciosa, unos mejillones gigantes -nacras nos dijeron luego que se llamaban- y peces que vete tú a saber cómo se llamaban.

La sensación es alucinante. Símplemente alucinante.

Veo la superficie allá arriba, muy arriba. Joer si ni siquiera me duelen los oidos con el truquito de igualar la presión soplando por la nariz tapando los agujeros a la vez.

Pasa el tiempo, casi 50 minutos estamos bajo el agua. Al final, estoy totalmente desorientado, no sabría volver al punto de donde hemos partido, tengo la vaga noción de que hemos hecho un círculo. La flotabilidad no la controlo muy bien, a veces me disparo hacia arriba y los profes me empujan hacia abajo y me regulan con la tráquea esa. Llega un momento que les dejo hacer y ya no me acuerdo cual era el botón de subir y cual el de bajar. Me alivio bastante cuando le doy la lectura de la botella y me indican que ya nos piramos.

Sin embargo, cuando subo y respiro el aire de fuera...me da pena. Quién sabe cuándo voy a volver a disfrutar de esta sensación. Pletórico por las sensaciones vividas, me despojo de todos los chismes en la furgoneta, intercambio experiencias con los compis de inmersión, me indican amablemente todo lo que he hecho mal, por donde hemos ido, lo que hemos hecho...


Cala Morell

He disfrutado como un enano, y me imagino -ahora sí con conocimiento de causa- lo que debe ser moverte de forma realmente autónoma en una inmersión de verdad, en una cueva submarina o en un pecio o en tantas aventuras que nos cuenta mi amigo Abel en su blog Diario de Neo.






La gran pregunta ¿Haré el curso de diving master del universo? Pues no lo sé. Creo que por menos de 300 leuros lo tengo y que puedo hacerlo con bastante flexibilidad horaria en piscinas de aquí de Madrid. Con eso y algun viaje para hacer las inmersiones "de mayores" ya lo tendría hecho. Ya con el título, y algún cacharrito que convenga tener propio, todos los años en la visita anual que todo españolito castellano que se precie debe hacer a algún mar de los que nos circundan, pues darme un gustazo y que me lleven a un sitio con bichitos de colores o lo que más me fliparía: una cueva o un barco hundido.



Y para rematar, Cocido Briceño con los amiguetes...qué más se puede pedir.