3 de Abril de 2007. Cuenca.
1h09' . 4'36" / km.
A pesar de que es una carrera subvencionada por los Maratonianos de Leganés, salimos Nicolás, Mariángeles y yo por la mañanita hacia mi querida Cuenca (Ciudad natal de mi compañero y sin embargo amigo Quintero).
Llegamos por los pelos. Con toda la prisa, dejé a Nicolás y a Mariángeles en una esquina de la ciudad, sin tiempo para aparcar y salí vestido ya de romano a buscar la salida, a buscar mi dorsal, a buscar a Fernando y si me quedase tiempo a calentar y estirar.
Aunque me pareció mentira, me dio tiempo a todo. De hecho, pude hasta confundirme de una sustancia fundamental para el corredor. Me explico: con las prisas corriendo hacia la salida, vi a un corredor embadurnarse de una crema y le entré para que me diera un pegote, pensando que era vaselina para las rozaduras. Después del típico espectáculo lamentable de manosearme los sobacos, pezones y entrepierna en plena calle extendiendo el producto, para más INRI me aplicaba el susodicho mejunje a la vez que andaba, a los pocos segundos me dí cuenta de que lo que el hombre se estaba dando era LINIMENTO para calentar los músculos y no vaselina. Poca gente habrá experimentado la desagradable sensación de que le estaban ardiendo los huevos... yo desde luego no lo recomiendo. Tuve que buscar un baño e intentar quitarme esa crema infernal que me estaba cociendo. Llegué a pensar que no iba a poder tomar la salida porque la sensación de calor era horrible.
En fin, poniendo cara de póquer encontre a mi grupo de Maratonianos de Leganés, que ya estaba haciéndose fotos (solamente por un participante no fuimos el club más numeroso) y pude recoger mi dorsal que amablemente ya me habían conseguido. También encontré a Fernando, justo en la salida. Ya hubiera sido demasiado encontrar a Sol, pero no hubo suerte. Tampoco la vi en la carrera, más que nada porque fue siempre por delante.
En seguida sonó la salida y empezamos a correr por las calles de Cuenca. Tras un breve recorrido por la parte baja de la ciudad nos metieron en la llamada "Ruta Turística", que va por la hoz del Huécar. La subida era constante, pero duradera. Nunca había corrido con Fernando y pocas veces sin Abel, así que íbamos charlando y corriendo a buen ritmo, aunque sin matarse, ya que el recorrido era para disfrutar.
Antes del desvío hacia la sierra, habíamos encontrado alguna rampa potente, pero el enlace hasta la carretera del Castillo (la parte más alta de la ciudad) ya eran unas cuestas como para estar calladitos y pensar solo en la carrera. Hacía calor pero la temperatura era agradable.
En las últimas rampas estaban las chicas del club Maratonianos, animando como siempre, junto con Isaías. Como estaba el jefe, puse cara profesional, claro.
Después, la vertiginosa bajada en la que lo dimos todo, jugándonos los tobillos pero disfrutando como perros de las vistas de la catedral, la calle del ayuntamiento... hasta de nuevo la parte baja de la ciudad, donde los últimos kilómetros (creo que son dos) de terreno llano me costaron muchísimo.
NOTA MENTAL PARA LA SIGUIENTE EDICIÓN: Reservar un poco en la bajada.
En la llegada estaban Mariángeles y Nicolás, que siempre es una gozada que estén ahí y además Reyes y Rodrigo. Unas fotos de familias, estirar un poquitín, comer las golosinas de la bolsa... y a Madrid. Sol también estaba por allí, llegó la undécima y tenía derecho a premio, así que se fue con los amiguetes con los que había venido.
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