lunes, 2 de abril de 2012

VI Media Maratón Ciudad de Segovia

Segovia. 25 de marzo de 2012

21.095 m / 1h48m59s / 5m9s x km





A las 7:30 recogí a Fernando del portal de su casa. Eran las 6:30 según el reloj biológico, en esta carrera siempre toca cambiar la hora, menudo madrugón un domingo. Después del desayuno potente en el Leganés Uno ¡a Segovia! Charlando se nos pasó el viajecito en nada, enseguida estábamos aparcando en el comienzo del acueducto. Recogimos las bolsas con el dorsal y nos cambiamos.

Ahí estábamos, en la línea de salida.

POOOOOOOOOOUMMMMMMMM (Cañonazo de la academia de artillería) Y A CORRER

Hace calor y seguramente haya más gente este año. Creo que se están pasando un poco aumentando el número de inscritos, el día que pase algo, ya verás. Alomejor es una impresión mía por la temperatura que hace y la animación de la gente.

Regula, regula, regula. Nada, que no hay manera. Yo solo tengo un ritmo a lo que parece, aunque quiera regular, al final siempre aparece una cuesta abajo en la que acelero y me canso más de lo prudente.

Así que en el kilómetro 7 aparece la cuesta esa que va desde el parque al acueducto y paso las de Cain, un año más. El paso por el acueducto con tantísima gente en la plaza, una pasada, como siempre.

La subida por el casco viejo hacia la catedral, malamente. Me miro en los escaparates de las tiendas de recuerdos (cuando hay hueco entre la gente, que esta zona es donde más se acumula) y veo a un gordito sudando cual cochinillo de Cándido, con una traza atlética lamentable. Ahí es cuando me di cuenta de que El Pastor me espera con su cayada para darme una buena.

Bajo -sin recuperar ni nada por la fuerte pendiente- hacia la parte nueva de Segovia. Ahí está la cuesta, esa avenida es mortal por lo larga y por la pendiente creciente. Cuando ya la has superado, ahí está el puto pastor, no hay forma de llegar hasta él y cuando llegas aún queda lo más duro.

Efectívamente, las paso bien jodidas. Por algo que no sé todavía, no me paro. De hecho, continúo por toda la zona de Nueva Segovia corriendo. En el primer trasqui posible me pienso seriamente acortar la carrera para bajar cuanto antes. No lo hago, tampoco sé por qué.

Pero cuando por fin acaba el recorrido interminable por la parte menos bonita del recorrido y ya estoy en la carretera de La Granja dirección meta, me da una pereza terrible y dejo de correr para seguir andando. Reconozco a gente que me pasa que les había pasado al principio de la carrera o en la primera mitad, es bastante descorazonador que te adelanten, cuando paso cerca de voluntarios que animan, bajo la cabeza avergonzado.



Al final, decido terminar corriendo, sabia decisión. Justo cuando echo a correr otra vez, aparece una hada buena vestida de rosa –como tienen que ir las hadas- y la reconozco

-Coño, Elena, qué tal

-Eh, Santiso, pues aquí vamos jejeje

-Voy bien jodido tía, sigue tú

-Ni de coña, vente conmigo que vamos para la meta

Me convenció no sé como y consiguió llevarme hasta la meta, como había prometido. Un lujo y un placer correr a su lado, entre su buen humor y las coñas que soltaba de vez en cuando, me hizo olvidarme del cansancio y al final, conseguí vencer la distancia, que no el cronómetro.

No creo que hubiese conseguido bajar corriendo lo que quedaba de carrera, lo cierto es que gracias a Elena lo logré. Al final, cabreado y envalentonado, hasta me dí el sprint ese que suelo hacer en la meta, gritando y subiendo los brazos, finalizando en esos nosecuantos arcos de los que consta el acueducto.





Un abrazo a Elena, coger el potente avituallamiento, encontrarme con Fernando y ¡a comer! Un pequeño gran cordero en compañía de la familia, en un asador cercano. El mejor colofón que se puede plantear. Hasta unas copas me tomé ¿el tiempo? 1h49m, bajé de 1h50m y me alejé del objetivo de 1h41m del año anterior. No es para echar cohetes, la verdad. Sobretodo porque la media de Vitoria está aquí ya y en esa sí quería hacer un buen tiempo.

Veremos. Próximamente en sus pantallas.




1 comentario:

fosete dijo...

Creo que este año muchos íbamos tocaditos.

Menos mal que no hiciste un trasqui. Me habría enfadado contigo y te habría regañado en estas líneas.

Un abrazo