20km / 1h36m31s / 4m50s x km
Ala, pues otra más. "Siempre" (ya llevo tres, con esta) es un gustazo esta carrera. No sólo por la carrera en sí, sino por todo lo que conlleva: viaje, ciudad y entorno, ambientazo. De hecho, la prueba deportiva empieza a ser una excusa.
En esta ocasión ibamos a subir tres parejas y al final fuimos mi chica y yo nada más. El Mario y el Fernan causaron baja, y es que la vida a los 40 ya es muy complicada. Aquello de apuntarse a una carrera dos días antes y salir con el coche a donde fuera a ver qué pasaba fueron tiempos buenos, pero ya más pretéritos que los estiramientos con rebotes.
El programa habitual: Salir por la mañana temprano, kilómetros y kilómetros sazonados de putos peajes y abundantes radares recaudatorios. Llegar a Donosti, esta vez se recogían los dorsales en el velódromo de Anoeta, al lado del estadio del mismo nombre. Todo genial organizado, aunque la puerta de entrada era la de "de servicio" y costó un poco encontrarla. No tuve problema para recoger los dorsales de los rajaos, por lo menos que les pudiera llevar la camiseta. Una lástima no haber podido vender su dorsal a algún participante que le interesara, pero no dio tiempo a anunciarlo debidamente.
Se me pasó por la cabeza ponerme sus chips en mis zapas al día siguiente en la carrera, para así "correr juntos" pero luego deseché la idea por parecerme sentimentaloide...ni que hubieran desaparecido en un tsunami, joer.
El hotel lo teníamos en Hondarribia, así que como ya conocíamos San Sebastián, nos tomamos los pintxos allí, que tampoco los hacen mal, a fe mía. Llegamos con la cocina del bareto que elegimos a punto de cerrar, pero nos hicieron lo que les pedimos sin problemas. Unas cerves y unos buenos platos después, ya estábamos listos para la siestaca de la víspera de la carrera. Un bonito paseo por la zona del puerto y la tarde-noche en el hotel, seguimos sesteando y disfrutando del noble arte de hacer nada, todo un lujo si eres padre y has soltado a tus tiernos infantes con los abuelos. Eso sí, lloviendo sin parar, lo que era un presagio bastante cabrón para el día siguiente.
La carrera
Eh, antes que nada, desayunar. El desayuno de la Behobia ha de ser super contundente. No empezaría a correr hasta tres horas más tarde, así que a fundir el bufé del hotel. Un corredor (a las siete y media de la mañana eramos todos corredores o acompañantes en el salón de desayunos) se me quedó mirando sorprendido al ver la mesa repleta de comida, me dieron ganas de aconsejarle que hiciera lo mismo porque estaba sólo con un zumito, pero pasé; no soy de meterme donde no me llaman.
Me llevó mi chica hasta la estación de tren de donde salen los autobuses lanzadera que llevan a la salida. Ahí ya empezaba el ambiente. Es gracioso ver tanta gente con mallas en un transporte público. Nos dejó el autobús a más de un kilómetro, joer, pues vaya, cosas de la organización de un evento tan masivo. En fin, tampoco es que hubiera prisa. El tiempo, lluvioso y sobre todo, ventoso.
Dejar la mochila en los camiones, un momentín. Buf, ahora me queda una hora de hacer el moñas hasta que salga. Por suerte, tenía el poncho de plástico para no enfriarme. Comí un plátano, fui a mear, me dí una vuelta, fui a mear, me di otra vuelta...ahí es cuando más eché de menos a los compañeros del metal. Después de mear por tercera vez y de darme otra vuelta, un par de fotos y ya parece que se anima el tema.
Salen los de las sillas de ruedas de carreras. Impresionante ejemplo de superación y gusto por el deporte, siempre emociona ver a esta gente.
Los patinadores...no me gustaría verme en su pellejo, con viento en contra 20 km. Bueno, estos tíos son duros, se preparan para eso. Debe molar, a lo mejor algún día retomo lo de los rollers, pero en fin, por ahora mi rollo es el rock.
Salen los buenos, los segundos más buenos, los terceros más buenos...se van sucediendo los distintos dorsales, la verdad es que es impresionante que casi 30.000 tíos se vayan sucediendo en la salida sin problemas ni aglomeraciones.
PUM y a correr
Por fin, venga, vamos al tema, que para eso hemos venido. Después de ¿entrenar? y de toda la logística del viaje, ya por fin todo cobra sentido. Estoy pateando el primer kilómetro de la Behobia, 19 más y estoy en meta. A disfrutar.
Porque eso es lo que se hace esta carrera, disfrutar. No es para batir récords, tampoco es un desafío deportivo de envergadura como la Media de Segovia antes de que cambiaran el recorrido este año. Quiero decir, la Behobia es dura porque tiene dos subidas fuertes Gaintxurizketa y Miracruz, pero también tiene bastantes tramos en descenso. Sin ir más lejos, una Tapia de la Casa de Campo con tres kilómetros más le gana en dureza de lejos.
Animación todo el recorrido. No pasas 500 metros sin que haya nadie animando. Haga el tiempo que haga. Si alguien se tira el rollo y lee el nombre del dorsal y saca un "Aúpa David" ya parece que corres cuesta abajo y con el viento de culo.
Hay bastante viento, me aprovecho lo que puedo de algún rebufo como si fuera un ciclista, sobre todo en Gaintxurizketa que es el tramo más expuesto. Noto que me adelantan bastantes, confío en llevar un ritmo constante y hacer mi carrera, pero las dudas surgen. Como quiero desfogarme en los últimos tres kilómetros, sigo a mi bola, aunque con la sensación de que no va a ser una carrera como para enmarcar.
Paso el primer alto con el objetivo cumplido, ritmo de velocidad de crucero, piernas sueltas y oxigenadas, respiración rítmica. Agradezco el desayuno brutal, noto que voy con bien de combustible.
Los toboganes de Lezo, la parte más bonita. Carretera con subebaja, animación, paisaje muy entretenido por lo verde y las casas, la gente animando, el pirata en su cuneta.
En el puerto de Pasaia, respecto a otras ediciones, hay mucha más gente. Es curioso que se haga tan pesado siendo la parte horizontal del perfil, casi prefiero una cuestecita. Las rectas largas y el paisaje industrial no es algo que a un corredor -por lo menos al que suscribe- le vuelvan loco, por más que sea curioso trotar entre grúas, naves e instalaciones portuarias.
¿Ves? Si es que esta carrera se hace con la picha, ya estoy subiendo Miracruz. Las piernas lo notan, pero aquí sí que es un pasillo de gente y el esfuerzo se hace no llevadero, pero sí bastante soportable. La ventaja de conocerme el recorrido es que sé en todo momento lo que me queda de cuesta. Es durilla, la jodía, pero se acaba pronto.
Ahora sí que toca recoger beneficios, hacer caja de la altitud y bajar hasta el Kursaal. Sé que es todo bajada hasta el final, lástima no estar un pelín más fuerte o menos gordo y apretar más. Bueno, aún así me lanzo con las últimas fuerzas que me quedan.
Lo mejor, la última curva en 90º junto al ayuntamiento. No he visto el peká, pero creo calcular bien cuando estimo que es un kilómetro hasta la meta. Me animo dando unas palmas y la gente me anima a mí. Hago el patético sprint final que acostumbro y aún cuando paso el puente sobre el Urumea echando el bofe y renegando ya de correr, veo el arco de meta y subo los brazos. Subidón, subidón.
Miro el tiempo, una hora, treinta y seis. Uf. Bueno, es como una hora y cuarenta o cuarenta y uno en media maratón. Está dentro del margen. Un poco alto, pero el entrenamiento y la preparación no ha dado para más.
Recoger la bolsa con avituallamiento, la mochila...tan bien organizado como el resto de la carrera. Una gozada.
Muy contento, no es que sea un éxito deportivo del copón, pero he disfrutado de nuevo esta carrera a tope. El año que viene es la emblemática edición número 50, me parece que voy a hacer otra visita...
Arantza Ezquerro
Por la tarde me enteré que una mujer falleció cuando estaba a punto de terminar, en el último kilómetro. La parada cardiorrespiratoria esa que da de repente. Estaba corriendo con su pareja. No me puedo ni imaginar el disgusto y la tristeza. Sin palabras.
Igualmente sin palabras me dejó el gesto del ganador de la carrera, Pedro Nimio, regalando su triunfo a la familia de la joven. Hay gente que hace cosas que le reconcilian a uno con el resto de la humanidad y le hace recuperar la fe en las personas de verdad, no en los mequetrefes que se creen que nos representan en ciertos ámbitos de la vida (políticos, laborales, mediáticos, culturales...pero es una opinión personal que no viene al caso en este blog, lo importante es lo que hizo este corredor). Si has leido hasta aquí, tienes que leer esto:
http://pedronimodeloro.es/blog/76-behobia-san-sebastian-el-valor-de-las-personas.html
que es la crónica de su propia carrera de este corredor gallego, que me acaba de poner los pelos como escarpias. Qué tío más grande. Este sí que es un corredor de los buenos. Con ese gesto que habrá salido como un "punto" que le dio y sin pensarlo mucho, seguramente sin proponérselo nos ha representado a los 23.000 corredores de ese día. Creo que a los amigos y familiares de Arantza les habrá llegado este abrazo colectivo gracias a la donación de Pedro. Gracias, por hacérselo llegar.
1 comentario:
Joder Viriatus:
Qué recuerdos la Behovia con el Mario la lluvia y demás.
Veo que también tienes tus problemas con el mear.
Buena carrera, buena crónica y sobre todo buen finde que disfrutaste.
Nos vemos en alguna salida
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