Peña Ubiña desde la casa de los amigos |
En lo que está empezando a ser una sana costumbre, en el
periplo norteño -también llamada “la ruta del ocupa” ya que vamos visitando a
amigos de esos que dicen “Sube cuando quieras” y no les damos tiempo a que
terminen la frase- recalamos en Babia. Allí aproveché para subir a Peña Ubiña,
una de las montañas más bonitas de la piel de toro.
Por la mañana, no demasiado temprano porque no encontraba la
cámara ni las llaves del coche, salí hasta el pueblo cercano de Villargusán.
Allí comencé a caminar. Le pregunté a un paisano y me indicó el camino.
-¡Ten cuidao que hay unas colmenas, no te vayan a picar!.
Tendría gracia que no me piquen las mías y que me dejara
picar por estas ajenas. Bueno, seguí caminando sin hacer ruido para no
mosquearlas y en cuanto cogí algo de altura saqué una imagen del camino hasta
el primer collado; unos días después ya en casa, estuve brujuleando por San
Google y flipé con la aplicación de ver en relieve. Aquí se ve el resultado:
Por encima de Villargusán y las colmenas |
El mismo punto, desde Google |
Con bastante calorazo llegué hasta el collado que separa la
Peña Ubiña y la Ubiña pequeña. Ahí empezaba
la montaña bonita de verdad.
Las últimas vacas que ví, por encima ya solo grajos y chovas |
Por la falda de mi chica de ese día fui subiendo entre praos
que se iban transformando en pedreras. Me encontré a un grupo de ingleses
coloraos como cangrejos que también iban para arriba. Eyvaisparriba? güat?
Jelo! oh Jelo! Güerduyucamfrom? Igland okeysiyulater yesyes
Arista sureste |
Cansado de la pedrera ví una canal que subía y tiré directo
a la cima, a la media hora me había metido en un marronazo. Cada vez más
pendiente, hasta que había que agarrarse un poco, luego agarrarse de verdad y
al final me encontré subiendo por un diedro con una buena hostia abajo y para
arriba parecía aún más chungo. Me dije, anda salao, que ya eres padre y no es
plan de hacer el gamba. Así que bajé como pude.
Recorrido desde el collado entre las dos Ubiñas hasta la cima |
Mirando a Asturias, hacia el este |
Ví a unos que subían por la arista sureste. Parecía que iban
bastante cómodos así que llegué hasta su ruta, comencé a subir hasta la cima, viendo
unos paisajes flipantes.
El incidente
Iba por detrás –más bien por debajo porque prácticamente se
va escalando por una pedrera- de unos chicos. Se desprendieron unas cuantas
piedras un poquillo grandes, así que aproveché que descansaron un poco para
adelantarles y subir yo por encima de ellos y así no estar bajo la “lluvia”.
Pero resulta que para rebasarles fui por una zona fuera del camino y ahí las
piedras estaban más sueltas todavía.
Ahí pudo haber una desgracia.
Desprendí unas piedrecitas, que desprendieron unas más
grandes, que soltaron un pedrolo. El meño en cuestión era como un paquete de
bimbo de grande, solo que pesaría mínimo 6 o 8 kilos. Pues justo iba hacia uno
de los chicos que había adelantado. Le grité PIEDRA PIEDRA PIEDRA, su compi
tambié le gritó, la muchacha miró para arriba y vió lo que le venía encima. Qué
suerte tuvo, en el último bote justo antes de darle en toda la cara la piedra
se partió en dos y pasó un trozo a cada lado de su cabeza. Ella no llegó a ver
la jugada pero yo que estaba justo encima puedo asegurar que ese día gastó una
de las vidas del juego. Por mi culpa.
La cima
Peña Ubiña 2447 m |
La verdad es que se lo tomaron con humor. Menos mal. La cima
estaba muy cerquita y enseguida la Peña
Ubiña me regaló unos paisajes increíbles, con mar de nubes
hacia Asturies. Llamé a mi chica y como
se ve la peña desde la casa de los amigotes, les hice señales reflejando el sol
con un CD que me había llevado, a Nicolás le hizo ilusión ver a su papá allí
subido. A mí también me encantó disfrutar de la montaña y de la familia a la
vez. Además de la pareja cuya chavala casi le atizó la piedra estaban también
los ingleses y otro par de tíos que habían subido después.
Picos de Europa desde la cima, se distingue el Sr. Urriello y Peña Santa |
Desde la cima |
Genestosa desde la Peña |
Después, la pedrera asesina me dejó bajar haciendo slalom
pedregoso, así que la bajada fue mucho más rápida. Tardé poco en bajar otra vez
al pueblo y de ahí a ver a la familia, que me recibió como si hubiese subido al
K2 a la pata coja.
Praos hacia el puerto de Tuiza |