Esta no es una entrada al uso en este blog, pero como últimamente no voy a muchas carreras, pues iré poniendo mis gestas deportivas de todo tipo, y así las recuerdo cuando revise el blog, que para eso lo tengo.
Aprovechando que mi familia se había ido a la playa y que yo estaba de rodríguez, me fui al pueblo para subir al Almanzor. Es una subida que lleva todo el día, además de que después está uno destrozado y no demasiado útil para la vida familiar (cuidado de niños sobre todo), así que la ocasión era perfecta.
Madrugué y salí de Villanueva amaneciendo. En Chilla estaba a las 7:00 y a las 7:20 empezaba a andar. De mi triste estadística montañera, el Almanzor se debe llevar el 60% de los picos que he subido, siempre me gusta, sobre todo desde Chilla.
Se empieza por el agradable recinto del santuario de Chilla, a 600 metros de altitud, enseguida viene una rampa por una pista que termina de repente. Ahí hay que encontrar un camino que lleva hasta unos chozos; este año el helechar estaba aún más alto y espeso con lo que era fácil (de hecho lo hice) perder el sendero. En una horita te plantas en los chozos, a 800 metros. En esta zona aún sobreviven robles centenarios, lástima que no se renueven y ya no sea un robledal como seguramente fue en tiempos de Maricastaña.
Otra hora más hasta la unión de la garganta que baja del collado de Peña Silla y la portilla del Escobarón, donde la curiosa pintada de “Cristo vendrá pronto”. 1100 metros. Ahí empieza la subida de verdad. Otra hora para subir hasta el collado de la Peña de Silla, el Sillao de la Peña, que llaman.
Ya estamos a 1900 metros y la vegetación es la típica de la montaña de Gredos, los piornos que cuando se queman o secan parecen esqueletos y las hierbecitas de los tremedales donde brota agua, que este año es por todas partes. También aparece la nieve y los riscos verticales, agujas, cortados y pasos entre rocas que hace tan divertida e impresionante la marcha.
Las manchas de nieve que aún quedan -en junio, qué pasada de año, ojalá fueran todos así- me dificultaban la marcha y a veces me obligaban a hacer rodeos.
Conseguí llegar hasta la portilla Bermeja 2400 metros y la vista del circo de Gredos casi cubierto de nieve era espectacular.
Tiré para el Almanzor pero cuando me quedaban cincuenta metros de altitud una trepada detrás de la portilla del Crampón me pareció demasiado arriesgada porque había que atravesar un nevero que tenía la nieve bastante dura y me dio miedo hacer el gamba estando solo.
Así que me comí el bocata de tortilla que me preparó mi mamá y para abajo. Llegué a las 17:15 otra vez al aparcamiento de Chilla. Unas diez horas, que vienen a ser -si quitamos los descansos-nueve horas andando.
Como experimento científico me había llevado el pulsímetro y este me dijo que tuve de media 125 ppm durante toda la caminata. En las subidas fuertes observé que subía hasta las 155 ppm y en los descansos bajaba a 90 ppm. Según marcaba, gasté 5200 calorías lo que me parece un cálculo un poco exagerao pero igual es cierto porque supuestamente en un día se gastan unas 2500 calorías y la verdad es que subir mis 95 kg por esas cuestas desarrolla un trabajo importante. Desde Chilla al Almanzor son 2000 metros de desnivel. Sobre el plano son aproximadamente 8 kilómetros de distancia.