viernes, 31 de agosto de 2007

Cancias 2004

29 de agosto de 2005. Fiscal. Huesca.

28 km / 3h40'25" / media 7'37"

Convencidos por el pesao de Abel, fuimos para Fiscal (Huesca) la banda del moco (Feos y pocos) el Abel, el Rodri, el Jonatán, el Lobo, el Primo, el Candeleano y el Pelos. Estábamos acompañados por la Roci, la Raquel y la Loca. También una amiga del Primo que ahora no me acuerdo de cómo se llama.

Llegamos al pueblito y nos alojamos en El Saltamontes, que es el albergue que llevaban por aquel entonces Somo y María, a la sazón organizadores del evento y hermanos/cuñados de Abel y Roci. Paseito, un baño, cena de pasta, juegos y risas y... de repente en la habitación común una especie de tormenta tropical a cargo del Jonatán en forma de ronquidos elefantíacos capaces de mantener despiertos a 12 tíos. Yo opté por salir a dormir al pasillo para evitar ahogarle con la almohada. El Rodri se salió a dormir a otra habitación que encontró.

Tras una noche sin dormir, no teníamos mucho cuerpo para correr la carrera, pero si hubiéramos dormido bien tampoco. PUM y hala a correr. Tras unos metros por el pueblo, enseguida nos ponen a subir y subir. La pendiente es de repente muy fuerte y yo no sabía si correr o andar. Enseguida descubro que es más efectivo andar deprisa y en los descansos procurar correr. Era un día lluvioso y lo poco que habíamos estudiado el recorrido resulta imposible de reconocer. Suerte de los avituallamientos en los que se podía poner uno gocho de todo: bollos, té caliente, agua, galletas...

No se me dio mal del todo la subida, seguramente por no saber exactamente por donde iba ni cuanto quedaba para terminar. Poco a poco iba cambiando la vegetación. El último tramo era alucinante porque literalmente había que trepar, pero en las zonas más complicadas había siempre alguien del pueblo que animaba o echaba una manita para auparte.

En una bajada después de coronar el primer repecho había un hombre con el tobillo torcido al que le estaba rescatando un helicóptero. Desde luego, la organización era una pasada.

Otro tramo de subida y al final se coronaba el Cancias. Lástima de paisaje porque desde ahí arriba se divisa media españa, por lo menos buena parte de las cimas del pirineo oscense Las tres Sorores, Aneto...pero eso solo lo supuse porque no se veía un carajo y yo la verdad no tenía cuerpo paná.

La bajada era muy delicada al principio porque había mucha pendiente y el suelo era casi todo de piedra. Empezó a llover en serio. Seguía bajando, ya por senderos entre bosques de pinos.

Bajar y bajar y bajar. Lluvia y senderos.

Cuando ya llevaba una paliza importante, me había caido y estaba empapadísimo encontré en el penúltimo avituallamiento a mi chica con Raquel. Fotos, té calentito y el último empujón. Lástima que me quedaba lo peor. Salí pisando los talones a una chica francesa pero en el primer repecho para arriba, después de haber estado tanto tiempo bajando, las piernas dijeron ¡NO! y la mente no estaba para discutir, así que me puse a andar. Solito en el bosque, llegué a temer haberme perdido y después tuve la absoluta certeza de que no podía ir tan solo y que efectívamente me había perdido y, aunque sabía que iba dirección al pueblo, iba a tardar mucho más en llegar. Fue el peor rato, y uno de los peores que he pasado en mi corta carrera de corredor.

Sin embargo, todo se acaba en esta vida, así que por fin vi un pueblito donde estaba el último avituallamiento. Ya solo quedaba un empujoncito que hice corriendo no por otra cosa que porque había algún lugareño viendo a esos pirados que se arrastraban por los caminos. Hubo un cabroncete, versión lugareño en miniatura, que me animó con las bonitas palabras de "Vamos jincho" que era ya lo que me quedaba por oir.

Total, que llegué con más pena que gloria a la meta. Suerte que de nuevo l a organización nos premiaba con todo tipo de atenciones. Pude darme una ducha en el albergue y estirar mientras llegaban mis compañeros. El Lobo había llegado hacía mogollón y después de mi fueron llegando el Primo, el Jonatán y... Rodrigo, echándole más huevos que ninguno, aguantando como un campeón hasta el final.

Tras reunirnos todos, ya duchaditos, fuimos a ver si quedaba algo de la fiesta de homenaje, que sinceramente no había apenas nada. En la entrega de premios a todos les tocó algo completamente inútil salvo al jodío Rodrigo, que le tocó una cacho bici... en fin, este tio tiene suerte para estas cosas. Ya no quedaba mucho por hacer así que fuimos regresando cada uno como podía.

No hay comentarios: